Después de un par de horas de cartelitos de sales estoy saturada: mi dosis anual de consumismo ya está completa y me quiero ir.
Arrancamos con tiempo para el aeropuerto, no queremos tener más sorpresas con los vuelos.
Hacemos una parada previa para cargar nafta ya que tenemos que devolver el auto con el tanque lleno. Nunca sabemos qué hacer en las estaciones de servicio, acostumbrados a pedirle al pistero es raro autoabastecerse de combustible.
Unos minutos más tarde llegamos al aeropuerto, entregamos el auto sano y salvo y respiramos aliviados de no tener que haber hecho uso del seguro.
| Nos disponemos a matar un poco el tiempo cuando veo que hay una tienda oficial de Universal Studios. Y no lo pienso dos veces... es la única oportunidad que tengo para intentar cambiar mi remera de Harry Potter. Normalmente soy talle M, pero en este caso la M era de matambre: ese bucito me estallaba y me di cuenta recién al probármelo en el hotel. Así que ni corta ni perezosa desarmo el carry-on en medio de la tienda buscando la prenda. |
Le explico la situación y con tal de que no le siga sacando la ropa sucia y haciendo una pilita con ella accede a hacer el cambio sin siquiera pedirme la boleta.
Me dice que usualmente hacer un cambio de este estilo lleva bastante papeleo, pero que en este momento él se encuentra sólo y que mejor lo hacemos así. Me encanta ver a los yankees fuera del procedimiento habitual: ellos hacen todo según un manual que le implantaron en un chip cuando nacieron y quedan desorientados al desviarse de las normas establecidas.
Hora de la partida: adiós Orlando... tengo la sospecha y la esperanza de que te volveré a ver algún día.
Un ratito después estamos aterrizando en Miami para poder realizar el último trayecto, el que nos devuelve al paisito: ¡Uruguay allá vamos!
Estoy tan cansada que me duermo antes de que despegue el avión. Son casi 9 horas de vuelo las cuales pasan entre cena, siestas, ejercicios anti-trombosis y desayuno.
El tren de aterrizaje toca la pista y aplaudo contenta. Sí, soy de las que aplauden cuando el avión llega a destino. La mayoría de las personas no le dan mucha importancia a este episodio. Yo en cambio lo considero algo no menor: estuve a miles de metros de altura durante horas y acabo de sobrevivir, razón más que suficiente para aplaudir sonriente.
¡Estoy tan contenta de haber llegado! En un ratito no más, voy a estar llenando de besitos a Juli.
Mientras vamos en el taxi camino a casa comienza el partido: hoy juega Uruguay contra Jordania por el repechaje. Es el primer partido y somos visitantes. Como buena patriota que acaba de llegar a su tierra, canto el himno con la mano en el corazón detrás de la mampara.
Llegamos al hogar... Home Sweet Home.
Primero lo primero: prender la tele y a mirar el partido. Todavía no hay goles, pero no tardan en aparecer: ¡5-0! ¡Vamo' arriba Uruguay! La clasificación está a un paso.
Un ratito después de terminado el encuentro llegan los abuelos con Juli: besos y abrazos por todos lados. Realmente parece que fue ayer que nos despedimos y la petit baby nos saluda como si nada fuera de lo común hubiera ocurrido en estos días. Se queda loca de la vida con su colección de "My little Pony" y los miniones de "Mi villano favorito". |
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Creo que fue la mejor opción por lejos; ya dormiremos en algún otro momento y mientras tanto... ¡que nos quiten lo bailado!
A veces para poder seguir siendo adultos hay que volver a ser niños un rato: reírse de cualquier cosa, tomar helados, ilusionarse con lo imposible, hacer algo que nos guste hasta el hartazgo y creer en la magia.
Por tanto, no tengo otra cosa que decir más que ¡misión cumplida!
¡Hasta la próxima!
- Fin -
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