La noche acaba de caer dando el marco perfecto para este espectáculo de luces y sonido. La mayoría de los niños andan con gorros de orejas de Mickey que se prenden y se apagan con luces de todos colores.
Hay algo raro y no logro darme cuenta qué es hasta que dejo de ver el árbol para ver el bosque: todos los gorros están sincronizados con el espectáculo y se prenden y apagan con los colores que corresponda según el momento del show.
En el escenario desfilan muchísimos personajes de Disney, mientras proyectan imágenes en un par de fuentes de agua enormes. Realmente un deleite para los sentidos.
El parque está por cerrar pero aún nos da tiempo para el simulador de Star Wars... "Star Tours: la aventura continúa". El cansancio ya se empieza a manifestar y más que disfrutar del viaje a la velocidad de la luz, lo que realmente valoro es el hecho de estar sentada un rato más. Igual al salir hacemos el intento de entrar a Toy Story, pero la cola es de 1 hora, así que me resigno: no voy a ver en acción a Woody y a Buzz. |
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| Está claro que hacer lo mejor de 3 parques en un día es para valientes. Y si a eso le sumamos que tenemos un ticket especial que nos sirve hasta la medianoche para Magic Kingdom, claramente nos convierte en fanáticos o en locos (cualquiera de los dos conceptos aplica igual de bien). Así que cuando todos abandonan el lugar nosotros recién "llegamos" (aunque hayamos estado aquí 11 horas atrás). Paseamos a ritmo relajado por la Main Street, mientras los copos de nieve caen en cámara lenta por todos lados. Nunca vi nevar, así que supongo que es la experiencia más cercana a ello de momento, por más que hagan veintialgo de grados. Lo primero que hacemos es buscar una buena ubicación: si el castillo está centrado y nadie nos tapa la visión, alcanza. Como es un especial de Navidad, el castillo se encuentra iluminado de tal forma que simula estar cubierto de nieve y escarchado: realmente está precioso. El show lo transforma de múltiples maneras, mientras proyectan imágenes sobre su fachada al ritmo de los clásicos temas musicales de Disney. Es alucinante ver cambiar el castillo... Lo estamos observando de piedra y en segundos pasa a ser hecho de caramelo para luego transformarse nuevamente en algo totalmente nuevo. Los efectos son impresionantes y mantienen cautivos a todos los espectadores: lo único que se escucha entre tantos miles de personas es "Wow!" y "Look at that!". A continuación somos testigos de los fuegos artificiales y la entrada extra queda más que desquitada: es una experiencia única. Mañana a esta hora vamos a estar en un vuelo rumbo a nuestro querido paisito, por lo que sacamos fuerzas de donde no tenemos y seguimos recorriendo. |
Sin lugar a dudas la noche le da un encanto especial a este lugar; la iluminación y ambientación navideña te hacen sentir en casa. Hay menos personas en la vuelta y está más frío. Cada tanto se pueden ver muchachas ataviadas con vestidos de falda ancha, delantales blancos y cofias, haciendo sonar campanitas invitando a la gente con cocoa caliente y galletas con chispitas de chocolate.
Es fabuloso pero después de ingerir algo calentito y comer las galletitas nos sentimos con espíritu renovado como para sobrevivir hasta la medianoche. Vemos pasar un parade, hacemos el juego de Piratas del Caribe, nos subimos al trencito minero (de noche está increíble) y por último visitamos la Mansión Embrujada.
Siendo casi las 12 damos por completado el día y nos dirigimos hacia la salida... mientras tanto voy pensando si alguna vez volveré aquí. Miro por última vez la Main Street con el castillo de fondo y digo un "hasta luego" mental.
Estamos tan pero tan cansados que casi no podemos hablar: 15 horas de parques de diversiones pueden llegar a ser matadoras. Como copilota soy bastante mala: ni bien entramos en la autopista me duermo profundamente.
Después de unos minutos que parecen horas Nacho me despierta y estamos en el estacionamiento de un Burger King. Como puedo, media dormida llego a pedir una Whopper.
El establecimiento está prácticamente vacío; sólo nosotros y una familia muy pintoresca. Son 8 en total, un matrimonio con 6 hijos. Todos tienen una remera puesta que reza "The Torres Gang".
Y ya lo creo que son una pandilla. Hay niños y niñas de todas las edades, siendo la más grande una adolescente y el más chico un nene de pañales. Todos tienen las orejas del padre, no precisan hacerse el ADN.
¿Cuánto cuesta esta cena familiar? Si nosotros siendo 2 andamos en los 20 dólares, ellos perfectamente pueden estar en los 80. ¿Porqué tuvieron tantos hijos? ¿Será que es por su religión? Esa mujer estuvo 1/3 de su vida embarazada. ¿Trabajará? ¿Cómo no enloquecen? Son como una pequeña sociedad, tienen su propio ecosistema.
Cada vez que veo este tipo de ejemplos no puedo evitar hacer la comparación con mi situación y me agoto de sólo pensar el escenario. Claro que hoy particularmente no quedan vestigios de energía en mi sistema y nada tiene que ver la maternidad.
Por un momento abandono a los Torres y vuelvo a nosotros: mientras observo a Nacho que está de espaldas veo que tiene un tajo como de 15 centímetros en la bermuda a la altura de la cola y se le ve la ropa interior.
Me veo tentada a dejarlo deambular de esa forma, pero finalmente le aviso y hago de "guardacola" hasta que llega al asiento. Nos reímos de pensar cuánto tiempo hace que anda dando espectáculo sin saberlo.
La hamburguesa pasa sin pena ni gloria hacia mi sistema: lo único que quiero es dormirme al costado de los restos de papeles y sachets de mayonesa abiertos.
Por suerte yo no soy la que manejo (no creo estar en condiciones de conducirnos a ningún lado). Unos minutos más tarde ya estamos tirados en la cama y a duras penas recuerdo que tengo que poner el despertador un poco más temprano sin que Nacho sepa la razón: mañana le tengo preparada una sorpresa.
Ahora si, a disfrutar de un merecido descanso y recuperar energías: todavía resta una aventura más antes de retornar a casa.
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