sábado, 9 de noviembre de 2013

Universal Studios (Segunda Parte) - Orlando, Estados Unidos

Minion crossing!
Mi minión favorito
¡Es nuestra oportunidad! En todo el día la espera para "Mi Villano Favorito" nunca fue menor a 1 hora, por tanto ni lo pensamos y de buenas a primeras ya estamos dentro de la casa de Grú y las niñas.

La previa al juego se realiza en una sala donde Grú está tomando nuevos asistentes. El único detalle es que para obtener el puesto hay que ser un minión.

Y no sólo hay que serlo físicamente... tenemos que saber actuar como uno. Por tanto luego de pasar a un teatro con una mega pantalla y ponernos los lentes 3D comienza la acción.

Grú nos "minioniza" con un rayo y estamos prontos para entrenarnos teniendo como instructoras a Margo, Agnes y Edith.

El resultado es un juego divertidísimo en el cual somos miniones durante unos minutos, y al dejar el teatro hasta podemos bailar y sacarnos fotos con uno "tamaño natural".

Ya son las 5 de la tarde: "Time flies when you're having fun, time's up when you work like a dog... Salud", gracias Billie por recordármelo, así que es momento de repetir los mejores juegos.
No se habla más, tenemos que volver al de Transformers. Y ahora sí, vivimos la experiencia completa, sin interrupciones. En definitiva más temprano el juego se había roto casi al final, pero nos había faltado la frutillita de la torta: Optimus Prime nos felicita por haber salvado al mundo... ¡esto no ocurre todos los días!

Queda solamente una hora para que cierre el parque, y a pesar de que son las 6 de la tarde, ya está oscureciendo.

Casi que no necesitamos decirlo en voz alta... solamente hay un lugar en el que queremos estar: en la cola para subir por 2da. vez a la Rip Ride Rockit.

Hacemos la vuelta, y descubrimos que si bien con la presencia de los rayos solares esta montaña es impresionante, con la ausencia de ellos hace alucinar. Y no nos basta: queremos más. Así que como salimos volvemos a entrar.

Es la despedida, por lo que tomo coraje y le insisto a Nacho para ir en la primera fila. Nunca nos subimos en el primer asiento, pero esta vez no me quiero ir de Orlando sin haberlo hecho.

Ante los reiterados "No" que obtengo por respuesta, abandono momentáneamente la idea. Igual ya estoy sumamente contenta de subirme por tercera vez en esta criaturita.

Es nuestro turno; la muchacha que acomoda nos pregunta "How many?" a lo que respondo el clásico "Party of two". Pero cuando estamos por pasar Nacho le dice que queremos ir en primera fila.

WTF!!! ¡Primera fila! Obviamente que no hay ningún problema, la mayoría de las personas en su sano juicio evitan este asiento y en un abrir y cerrar de ojos ya estamos ubicados en nuestro palco VIP.
Todavía estoy shockeada por la sorpresa; por un lado quiero matar a Nacho por no haberme dejado preparar psicológicamente para lo que nos espera, pero por otro (y esto es lo que predomina) estoy feliz. Para hacer inconsciencias mejor no pensarlas demasiado, sino hay riesgo de arrepentirse.

El carrito empieza a moverse y llega hasta la cima: no hay nada entre la bajada en picada y nosotros. Y no podemos escapar, así que a gritar como nunca y a disfrutar plenamente de estos minutos. Cuando voy bajando lo único que tengo claro es que nunca más volveré a los asientos comunes: siento prácticamente que la montaña rusa es mía.
Front rower
¡Chau Universal!


Gritos, risas, felicidad... Ni por un momento siento miedo, así que "me felicito" de haberlo intentado.

Termina el juego y necesito 5 minutos para bajar las revoluciones, estoy totalmente acelerada. De a poquito vuelvo a hablar como una persona normal y no a los gritos y ya no me río como una desquiciada.

Y así vamos dejando el parque, contentos y a la vez bastante cansados: estamos despiertos desde las 4 de la mañana.

Tomamos el auto y con ayuda del GPS ya nos movemos en dirección al hotel.

Divisamos un Pizza Hut y bajamos. Es hora de comer pizza con bordes rellenos de queso. Las calorías ingeridas nos permiten llegar hasta el hotel con un poco más de energías, pero igual me siento con low-batt.

Y allí está nuestro viejo y querido Travelodge esperándonos. Sin ningún lujo, sólo lo necesario para pasar 3 noches.
Nos asignan la habitación y automáticamente pienso en la vez que nos alojamos aquí hace 3 años: en aquella oportunidad cuando abrimos la puerta la habitación apestaba de olor a humedad. Pedimos para cambiarnos y el nuevo cuarto estaba perfecto. Así que abrimos la puerta con ciertas dudas.

A golpe de vista está todo bien, pero un análisis un poquito más profundo devela que no tenemos frigobar: con el calor que hace no es un capricho, es un bien necesario por lo que llamo a la recepción.
Viejo y querido Travelodge
Cuando muevo el teléfono sale disparada una cucaracha a toda velocidad... ¡Agggh que asco! Odio las cucarachas. No solo las detesto sino que también me paralizan: me convierto en una completa inútil ante su presencia.

Como puedo hablo con la recepcionista mientras no pierdo de vista a mi pequeña gran enemiga.
Nos cambian de cuarto; este también está correcto y tiene heladerita. Pero lo que también tiene es su propia cucarachita included.

El bicho en cuestión es rápido y no le agrada nuestra compañía por lo que no podemos estamparle un buen chancletazo. Tendremos que convivir con ella, y ya que seremos roomies la bautizo llamándola Orlanda.

Y así damos por concluido un día muy largo, pero a la vez emocionante.

¡A descansar que mañana Harry nos espera!

No hay comentarios:

Publicar un comentario